miércoles, 1 de septiembre de 2010

Olas y estrellas











Van y vienen. Siempre distintas. Vienen y se van. Siempre olas. Siempre distintas. Siempre agua. Vienen desde el más profundo misterio, desde lo más vulnerable y poderoso de la existencia, desde lo más tenebroso y bello, desde lo invisible. Quizá sean millones de aquellas gotas que iluminaban tu piel de almendra; las pequeñas lucecitas hechas espuma furiosa de tu belleza conmovedora. Ya no tengo dudas, estás ahí, buceando las entrañas de tu misterio, aquél que te rondaba como bellos anillos de un planeta luminoso, que te merodeaba como el suicidio a los días soleados.
Sí, ahí estás, vas y venís, como cuando salías del agua y aguardaba ansioso el milagro de observar tu rostro emergente, descubrir tus rasgos desdibujados por la gorra, tu cuerpo sideral dentro de tu traje de baño color lila.
Y vas a volver con las manos desbordantes de estrellas de mar, de ese cielo profundo e inquieto, las brillantes estrellas que fuiste a buscar para regalarle a nuestros hijos imposibles.

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