viernes, 19 de julio de 2024

fOLaVriL - un disco roto de nick drake

 


escuchar fOLaVriL - un disco roto de nick drake


un disco roto de nick drake

 

usás mi ropa esta noche

se vuelve oscuro el corazón

ese reloj sigue marchando

algo se va lejos de aquí

 

brillan los labios en silencio

las ganas por dejar de ver

hay una luz en la ventana

y no sabemos de qué es

 

y si son tristes

porque son tristes

de que otra forma

podrían ser

y si partirse

porque partirse

este fantasma

nunca es

 

un disco roto de nick drake

hay una estrofa que no está

su voz se pega a las paredes

una serpiente de cristal

 

y si son tristes

porque son tristes

de que otra forma

podrían ser

y si partirse

porque partirse

este fantasma

nunca es


Cuando nos fuimos de Ranelagh

 

Cuando nos fuimos de Ranelagh

no nos dimos vuelta para mirar como ardían

el maizal, ni más allá, la vieja fábrica

de electrodomésticos

teníamos el corazón puesto en el volante

porque hay que hacer arrancar un coche de segunda mano

no nos interrumpían la película de humo negro

que se frotaba en las ventanillas

 

 

ni el moco aguado de los colirios


de Ranelagh / Brian Álvarez (La carretilla roja, 2018)

audiolibro Cuando nos fuimos de Ranaelagh

domingo, 7 de julio de 2024

las poleas de la noche

 


"la poleas de la noche" es un cuento de daniel delfino

audiolibro las poleas de la noche

las poleas de la noche

 Hola, hoy es 4 de abril de 1991, la tarde se termina y si estoy leyendo esto que escribí es porque todavía me importan (voy a hablarles en general, pero el mensaje es para todos en particular, para cada uno en particular) y de alguna manera esta grabación responde a la necesidad de justificarme, con el único propósito de que un día la encuentren y al escucharla puedan entender lo que estoy viviendo. Y también como una forma de contener la desesperación que siento cuando no estoy caminando, cuando no estoy poniendo en movimiento las poleas de la noche.

   Pero el fin último de esta grabación, la ilusión que porta, es que cuando la escuchen haya podido alcanzar la esfera de los rostros y yo ya no encuentre aquí.

   Al principio todos intentaron desalentarme en lo que llamaban “mi delirio” y me empujaban a volver a la normalidad de mi vida, normalidad que por cierto, objetaban desde mucho antes, desde el divorcio, desde la decisión de abandonar la empresa. No importan los detalles, no vienen al caso. Por otra parte mi negativa innegociable de regresar a la normalidad, paulatinamente los fue desalentando en su “salvataje”. A Diego, al negro, amigos de toda la vida, intenté explicarles como pude todo, lo que me pasaba en esos momentos, lo insté a que se acordaran cuando por la ventana de la pizzería La Pampa lo veíamos caminar como un sonámbulo. Pero su misión no era escuchar mi delirio, sino traerme el nombre y la dirección de un psiquiatra.

   Afortunadamente, mi posición económica siempre fue muy buena, por herencia familiar y por mérito propio, lo que me permite no tener que perder tiempo en trabajar ni nada por el estilo. Lo demás ya no me importa. ¿Qué importancia podría tener que digan que estoy loco? Yo me siento un privilegiado, tal vez seamos muy pocos en el mundo, o quizá solamente dos los que hayamos vislumbrado “eso” que está ahí, y que estoy seguro que si soy metódico, voy a lograrlo en menos tiempo.

   Soy consciente de toda la torpeza de mis palabras al hablar de algo tan sublime. Hay algo que falta en el lenguaje que me permita dar cuenta de lo todo que quiero decir. Soy ingeniero, y mi cerebro está educado para hablar de cosas concretas, tal vez un poeta podría romper el lenguaje y encontrar una manera más gráfica de poner en palabras algo que está tan lejano a lo real, y que desborda toda lógica. Pero el objeto de esta grabación es simplemente el de exponer mis razones, no tiene ninguna pretensión ni literaria.

   Todo comenzó el día en que decidí seguirlo. Su misterio era un embrión de muchos años de incubación, desde el tiempo de la secundaria en que nos quedábamos horas y horas perdiendo el tiempo en estación o en la plaza de San Isidro. En aquella época de mi vida, ya la intriga por saber la verdad sobre aquel muchacho alto y encorvado de mueca monstruosa, que caminaba como un loco por las calles de San Isidro a toda hora, me subyugaba. Lo llamábamos el loco Mario. No sé por qué lo llamábamos así, si porque alguien nos lo había dicho o fue un invento de ellos. Mis amigos se lo tomaban para la risa, pero a mí me provocaba una sensación inquietante al verlo caminar incansablemente, como si no pudiera hacer otra cosa.  Todavía más cuando me lo cruzaba de noche o en alguna calle inhóspita y sus ojos fijos buscaban algo que no podía verse a simple vista. No sabía qué, pero sabía que algo buscaban con sus ojos. Ahora que vuelvo sobre aquella época, me doy cuenta que su imagen estaba siempre presente, era parte del paisaje. Cuando terminé el colegio, estaba mucho menos en San Isidro pero al volver de la facultad o volviendo de la empresa lo seguía observando desde el auto. Era incansable.

   Como dije, todo empezó el día que decidí seguirlo y comenzar a mover las poleas de la noche. Tal vez, el impulso de seguirlo haya sido el fruto de tantos años en el que su misterio habitaba dentro de mi cabeza. Algo anormal… algún motivo extraño de su locura me atraía. Me acuerdo que esa noche estaba entrando el auto y mientras cerraba la puerta del garaje pasó frente a mi casa. Caminé detrás de él a una prudencial distancia, para no despertar sospechas de su parte. Fuimos desde la calle Washington (la de mi casa), por Libertador hasta Belgrano, la calle principal. Después por Belgrano hasta la avenida Centenario. Allí  lo abandoné.

   Mientras volvía a mi casa, tal vez sin planteármelo, me di cuenta que era mucho más que curiosidad. Sentí ese paso por el frente de mi casa como una provocación y a la vez una necesidad absurda de saber que lo impulsaba, que era algo más que “la locura”. Comencé a seguirlo siempre que me lo encontraba y algunas noches directamente salía a buscarlo. De a poco me fui obsesionando más y más y en las persecuciones descubrí que vivía en una vieja casa en las inmediaciones de la Catedral de San Isidro. También averigüé que su nombre era Edison (de dónde habrá salido lo del loco Mario), que había sido un adolescente normal hasta los 17 años, cuando un día sorpresivamente y sin motivo, comenzó como un loco a caminar por las calles.  Todo esto me lo contó el jardinero de la casa en la que vive, y también agregó que en su familia lo consideran un caso perdido, ya que habían pasado más de veinte años. Sin embargo, su aspecto sigue siendo el de un adolescente.

   Las ausencias nocturnas comenzaron traerme problemas con Gabriela. La excusa del médico empezaba a tornarse inverosímil. Ella ya no creía mis excusas (sistemáticamente ya lo seguía todas las noches, y lo buscaba hasta encontrarlo); era inevitable que sospechara que yo la engañaba con otra mujer. Y no solo mi mujer me formulaba planteos, en la empresa todo el mundo me miraba con cara de no entender nada: mi falta de interés en el trabajo, me mostraba irritable y había dejado de cuidar mi aspecto. Después de un par de errores graves, mi hermano, dueño de la empresa como yo, me sugirió que me tomara unas vacaciones, cosa que acepté sin discutir.

   Lo único que quería era tener más tiempo, nada más. Estaba seguro que al develar el misterio, toda esta obsesión terminaría. Pero no fue así.

   Había algo en el comportamiento de Edison algo aun más extraño que su caminar vehemente. En determinados lugares se detenía de golpe, como si algo hiciera fuerza en su contra. Su cuerpo empezaba a temblar y como si estuviera poseído por una excitación repentina, dirigía su mirada hacia el cielo como una flecha, observando algo que yo no podía ver. Permanecía con su cuerpo tambaleante por unos minutos, segundos tal vez,  y con desesperación alzaba sus brazos hacia lo alto como si quisiera alcanzar algo. La imagen del cuerpo deformado de Edison recortando el cielo nocturno era ritual, generaba una energía invisible, pero tan conmovedora como monstruosa. Y que se prolongaba aun cuando se daba por vencido y como un autómata comenzaba a caminar nuevamente y se iba a su casa. Después de cada una de esas detenciones su recorrido finalizaba. Era evidente que en ellas radicaba la clave de su misterio.

   Lo seguía hasta su casa y al retomar la caminata, los pasillos que construyen los arboles se volvían un laberinto en los que me internaba con la certeza de que no era necesario un destino, sino que a través de ellos podía salir de la realidad del barrio, de la gente, del mundo y adentrarme más y más en los misterios de Edison. .

   Hasta la noche en que vi el primer chispazo en el cielo.

   Había salido como todas las noches a la caza de Edison. Venía por Rivadavia y al doblar por Almirante Brown observé que la atmósfera de la cuadra estaba más oscura que de costumbre. Las sombras eran profundas, contrastadas, y al mismo tiempo suaves y cristalinas. El foco ámbar del alumbrado municipal se iba apagando como la llama débil de una vela. Sentí los pies pesados, como dormidos, como si ya no los tuviera. Al llegar a la esquina de Acasusso, observé en el cielo un chispazo que paulatinamente se fue convirtiendo en una luz progresiva de millones de colores frenéticos y cambiantes. La luz fue adueñándose de todas las cosas, de la calle, de los árboles, entraba en mí, podía sentirla en mi interior, en mi mente. El cuerpo me vibraba y con mis manos intenté alcanzarla y al estirar mis brazos una imagen fascinante se reveló ante mí. La luz se volvió una esfera luminosa en la que a toda velocidad aparecían y desaparecían rostros humanos, pero que a la vez eran otras cosas, era como si solo retuvieran las facciones, los gestos, las expresiones de personas absolutamente bellas, como si pudiera verse su espíritu. Sé que todo lo que pueda decir es insuficiente, ya que es imposible representar en palabras lo que vi, pero jamás había experimentado una sensación de placer, de plenitud en ese grado de intensidad. Solo deseaba tocar esa esfera, esa maraña de luces que estaba fuera de todo y a la vez al alcance de mi mano.

   Y de repente, todo se diluyó. Mis ojos seguían encandilados y la casa que estaba frente a mí comenzó a tomar forma.

   Me quedé inmóvil, buscando la esfera en el fondo de aquel cielo lejano e interminable. Su imagen no retornó, y allí debí haber permanecido como una hora, con una sensación de vacío en mi alma tan angustiante como nunca había experimentado en todo mi vida.

   Esa noche comprendí, que aquel vislumbre, traía el presagio de un universo de secretos que pronto me serían revelados. Esos rostros venían a decirme algo, a mostrarme algo con su expresión. Algo que ya no podía dejar de saber. Al verlos en esa fugacidad de la esfera, una sensación luminosa me recorrió todo el cuerpo, como si todo mi lado oscuro hubiese sido reivindicado. Ya no sentía vergüenza por algunas compulsiones que provenían desde lo más oculto de mi corazón. Cosas que jamás puede contarle a nadie y que muchas veces trato de olvidarlas ocultándomelas a mí mismo. Ya no me importó más nada. Porque en esos instantes sentí que ya dejaba de ser uno con el mundo, que me disolvía.

   A Gabriela, le pedí el divorcio, confirmándole su presunción de que la engañaba. Decididamente ya no quería volver a la realidad de sus rostros. Sé que nadie va a entender esto que digo, lo sé. Eso sí, me aseguré de que todo mi dinero quedara en manos de mis hijos, y que Gaby maneje la agencia. Yo solo me alquilé un departamento de un ambiente sobre la calle Belgrano y me quedé con una cuenta bancaria, para no perder tiempo trabajando.

   Al día que leo estas líneas, ha transcurrido casi un año desde aquella aparición. La esfera no se ha vuelto a materializar. Quien atrape esa esfera obtendrá el secreto de todas las cosas. En varias oportunidades intenté golpear a Edison en las piernas, para que no la atrape antes que yo, pero se defiende muy bien. No lo volví a atacar, por miedo a terminar lesionado yo. Sin embargo, lo único que me obsesiona es volver a verla. No presto atención a nada, ni a los consejos del Dr. Benitez acerca del debilitamiento de los tendones en mis piernas, ni a la extraña mueca que estoy empezando a descubrir en mi boca...

 Click.

 

viernes, 5 de julio de 2024

fOLaVriL - parabrisas

 

parabrisas

 

una acumulación de cosas que inventar

una acumulación de cosas a borrar

por el placer de las grietas y el dibujo

por el placer

 

parabrisas, vidrios rotos

parabrisas, lunas rotas

calco recuerdos en las grietas

un instante

en que la luz

multiplica la distancia

 

este vestido de astillas

este disfraz de astillas

usarás cuando

llegue la lluvia

 

una simulación de cosas a mirar

un simulación de cosas a escuchar

por el placer de las grietas y el dibujo

por el placer

 

parabrisas, vidrios rotos

parabrisas, lunas rotas

calco recuerdos en las grietas

un instante

en que la luz

multiplica la distancia

 

este vestido de astillas

este disfraz de astillas

usarás cuando

llegue la lluvia


escuchar fOLaVriL - parabrisas



jueves, 4 de julio de 2024

No me gusta el perfecto asesino

 


escuchar No me gusta el perfecto asesino


No me gusta el perfecto asesino

 

“Es una película que todavía es querida, y la gente se me acerca por ella más que por cualquier otra cosa que haya hecho, y me dio mi carrera. Pero definitivamente, cuando la ves ahora, tiene algunos aspectos cringy (vergonzosos) por decir lo menos. Entonces, sí, es complicado para mí”, dijo Natalie Portman sobre Leon: The Professional.

 Este video, o digamos este texto que quiero escribir tiene muchas más dudas que certezas. Nadie es el dueño de la verdad y mucho menos en arte. Todo empezó con un ciclo de cine que quise organizar en mi lugar de trabajo, un laboratorio de Sanidad Animal plagado de veterinarios, biólogos, y otras especies exóticas y gente común, los amateurs, grupo al cual pertenezco,  que configuramos los que o no tenemos título o tenemos títulos que no aplican para las funciones específicas del laboratorio.

 El ciclo iba a comenzar con La angustia corroe el alma de Fassbinder para verla en la pespectiva del melodrama con solo el cielo sabe de Douglas Sirk, Stella Dallas y continual con filmes como 35 rhums,  Carreta a Viena (Kocár do Vídne) Karel Kachyna / Checolosvaquia, 1966, Tu, yo y todos los demás (Me and You and Everyone We Know) / Miranda July - EEUU, 2011), Alicia en las ciudades (Alice in den Städten) Win Wenders) /Alemania Occidental, 1974, Cuento de invierno (Conte d'hiver) Eric Rohmer Una mujer bajo la influencia (A Woman Under the Influence) John Cassavetes  / EEUU, 1974 Breve cielo - David José Kohon / Argentina, 1969, Mysterious Skin - Gregg Araki / EEUU, 2004 El cuchillo en el agua (Nóż w wodzie) Roman Polanki / Polonia, 1962 Vacaciones permanentes (Permanent Vacation) Jim Jarmush / EEUU, 1980, Storytelling - Todd Solondz / EEUU, 2001

 La idea era que cada uno vea las películas por su cuenta y luego realizar un debate en una hora de almuerzo en la que todos pudiéramos asistir. Con unos compañeros hablábamos sobre este ciclo y salió el tema de Lolita y se me preguntó si había visto un peliculón llamado “El perfecto asesino”. Reconozco que de entrada me cayó mal el adjetivo antepuesto, pero me intrigó el haberme perdido esta película trascendental. Luego averigüe que se llamaba León y en otros países; el profesional. Avergonzado de no haber visto tal película tan excelente la busqué en la web y la ripie para verla en la tele.

Nobleza obliga: el género thriller es tan ajeno a mis gustos como la comedia. Hecha esta  puntualización, la película me fastidió plano tras plano, secuencia tras secuencia momento por previsible y sosa. Y sobre todo por su carácter mercenario.

 Hasta ahí mi opinión absolutamente discutible.

 Sin embargo, es completamente inverosímil desde su escena inicial hasta el improbable final, donde la única posesión restante de León, una planta en maceta que ha sobrevivido milagrosamente, entre otras cosas, a muros de fuego, bombas de humo y ataques con bazuca, ¡es plantada en lo que parece ser un césped abierto! Desde que aparece la planta en el filme y la frase de León que se compara con esa planta porque no tiene raíces y Mathilda (el personaje de Natalie Portman) le dice que hay que plantarla en tierra para que las tenga, ya sabemos, estamos seguros, a pesar de guardar alguna ilusión de que no sea tan obvio, que en algún momento esa planta se va a plantar en tierra.

Dicho y hecho y adiós spoilers

Y pensar que Ranciere hablaba de un espectador emancipado. Estos finales tan cerrados, asfixiantes, no dejan espacio a nada, ni a respirar, pero si a aplaudir como focas.

La trama es completamente insulsa, el ritmo es absurdo, los personajes parecen salidos directamente de un cómic (en particular el de Gary Oldman, que es simplemente ridículo) ¡y las escenas de acción son forzadas y ampulosas

 Es que La trama no tiene sentido: un traficante de drogas (que además es agente de la DEA… algo más se puede ser, torero, presidente, un polirrubro) mata a tiros a toda una familia, incluido un niño de 4 años (escena realmente perturbadora ¿Quién puede matar a un niño? Era la peli de Ibañez Serrador haciendo alusión al El Perro andaluz de Buñuel donde se mata a un niño de un escopetazo porque sí, claro era surrealismo y esto qué es… ah género), solo para recuperar el 10% de un envío de cocaína de un traficante de poca monta: ¿por qué arriesgarse a un caso de homicidio de tan alto perfil (incluyendo a un niño) por un asunto tan pequeño?

Bueno las reglas del género, ok. Estamos viendo una película de género y las cosas pasan como en todas las películas de género ya que esos rasgos inverosímiles se han estabilizado y dentro de ese género son verosímiles.

Hasta acá estaríamos bien, a pesar de que me aburra el pochoclo.

Ok.ok. say no more

 Pero…  sigamos… El personaje de Oldman es más una caricatura que un personaje. Es difícil creer que un hombre con un comportamiento psicótico evidente, ocupe un puesto tan importante en la DEA. (género ok) continuamos a bingo.  Uno también tiene que preguntarse si todos los policías de Nueva York son tan corruptos como el  Stansfield de Oldman… seguramente que sí… volvé Baretta, eras un pichón de urrutaún al lado de estos…  pero cuando un grupo de ellos lo ayudan a entrar en un apartamento, matar a todos los que se encuentran a la vista, incluido un niño de 4 años, todo ello sin levantar ninguna alarma sigue siendo parte de los rasgos estabilizados del género…. Pero lo más difícil de creer es cómo el padre de Mathilda, sabiendo lo que se avecinaba, no habría sacado a toda su familia de ese apartamento al mediodía.

Y bueno hay un pacto de lectura…. No seamos ignorantes.  

Pero la pregunta que subyace es: ¿está bien desafiar toda lógica en aras de un argumento?

 Parece que está.

 Acá viene la clave de mi crítica, probablemente errada…

Si la película hubiera seguido como farsa, si hubiera seguido dentro de los rasgos genéricos, ¡podría haber sido una gran película! Pero su intento de "sentimientos", de darle un viso de dramatismo-dramático,  la convierte en una obviedad absoluta. En un despropósito del género.

La onda era: Disfrútala, pero no pienses.

 Y sin embargo, de golpe nos bajan un mensaje…. Golpecitos bajo el cinturón…

 Dijo el general San Martín: Serás género o no serás nada

 Y la mala noticia es que parte del humor pretendido no funciona en absoluto, como cuando Mathilda le dice al gerente de un hotel que Leon es su amante. Que es un chiste? Que nos demos cuenta que está enamorada de León? Es una de más. Una excusa para arrastrar la planta.

Mi opinión es irrecuperable: es una película plana.

 El personaje de Leon es muy unidimensional, lo que no deja a Jean Reno espacio para desarrollarse como actor, a menos que cuentes su mala interpretación de John Wayne o sus caricias a las plantas. Toma leche como Batman en la baticueva.

 Lo peor de la película entonces es su pretensión de moralina. Porque si nos remitimos a Lolita la película que de alguna manera Pl perfecto asesino convoca, en la novela de Nabokov asistimos a la mente de un depredador, a sus estrambóticos planteos éticos, a su locura por la pequeña Lolita Haze, pero la película de Besson en cambio, asistimos a la mente del enunciación general de la película,  a la mente del que escribe el guión y filma la película, que descansa en su personaje asesino tan decente con la niña, mientras su cámara recorre de forma lasciva y erótica el cuerpo de la niña vestida eternamente de pequeña prostituta (no podía cambiarse de ropa?) y pone en su boca las palabras que tal vez desearía escuchar de otras niñas…. El artefacto de la ficción está tan a la vista que ya molesta. Se interpone entre la película y el espectador. La niña buscona y el asesino implacable que éticamente se niega…. Pero que se pone celoso cuando la niña habla con un joven más cercano a su edad.

 Ni en pelito pasaban cosas tan tontonas.

 Todo muy confuso o demasiado estúpido. Ok no la viola, no abusa, pero le enseña a matar, a limpiar. Nadie es perfecto.

Mathilda, si bien se enamora de él y quiere que le haga el amor, no es perversa, es una niña, si bien construida con una mente de muchos más años de los que tiene, que no deja de ser una víctima que es corrompida ya no por las caricias de Humbert, como en Lolita sino por las caricias de la cámara de Besson. Además del mundo que habita, en el que crece, que se muestra de forma burda y estereotipada, como solo Hollywood puede mostrarlo, sin que queden dudas de nada.

 Si Mathilda no salía prostituta, debía ser asesina. Nunca otra posibilidad. Por favor lean a César González cuando habla de los progres de Palermo que filman a los villeros con ojos extrañados…. Y lo peor, con pretensión de realismo

 Pero en algo se parecen el libro de Nabokov y la pelicuón de Bessson. En lolita, la expertiz de la prosa hace que en ciertos momentos tengamos empatía con Humbert y en León hace que la mayoría de la gente hable de una gran película y de una dulce historia de paternidad postiza de un asesino a pesar de lo antedicho.

 No estamos intentando un planteo ético y moral,  estamos ante un espectáculo de morbo disimulado en la diégesis  (que tira la piedra y esconde la mano) y que pone de manifiesto crudamente en la enunciación general de la película. Ante lo que estamos es ante el morbo. El morbo con el único fin de ser un negocio sin nada de arte adentro, solo balas y clichés. Porque si León tuviera sexo con la Mathilda y la película se hiciera cargo de eso (siempre y cuando se utilicen dobles mayores de edad en las escenas picantes), podría ser criticable, porque sería parte de la obra de arte, pero acá solo asistimos a las perversiones de un guionista/director que “limpia” sus morbos en el asesino buenazo de León. Y en los comentarios hablan de una bella historia de padre asesino-hija asesina adoptiva. La película no se juega nunca y se queda en un limbo de estupidez y sentimientos edulcorados. Y lo peor es que esta historia de balas y amor es romantizada, y hasta gente que jamás permitiría que sus hijas coqueteen con un hombre que las triplica en edad y le enseña a matar con precisión absoluta, aplaudan a cuatro manos esta película tan chata como perversamente chata.

 Repetimos: La ficción es ficción, no tiene porque ser políticamente correcta, pero cuando esa incorrección apenas bocetada tan solo tiene como fin único lograr un efecto comercial y de impacto en el público deja de ser arte y pasa a ser producto vacío, morbo por el morbo mismo.

 Un ejemplo de no quedarse a mitad de camino sería el de Todd Solondz. Happiness (1998), un filme muy controvertido debido a los temas que trata, desde la violación hasta la pedofilia, el suicidio, homicidio y que ha sido elogiado por su exploración de "las oscuras debilidades de la clase media estadounidense periférica".

 O en otro extremo, Se me viene a la cabeza una película que ganó un oscar Sibila (en francés. Les dimanches de Ville d'Avray) es una película francesa dirigida por Serge Bourguignon en 1962

Pierre, un antiguo piloto de guerra sufre amnesia a causa de un accidente de avión al Extremo Oriente. Magdalena, la enfermera que lo recoge, le consagra toda su vida y su amor de mujer solitaria. Un día, acompañándola a la estación de Ville-d’Avray, Pierre conoce a Françoise, una huérfana de diez años, que vive con sus hermanas. Hace amistad con la niña. Después de hacerse pasar por su padre, la vista todos los domingos. Una complicidad tierna y pura se establece entre ellos. Pero esta relación escandaliza a la ciudad.

Sin embargo en esta relación inocente en la que la niña se enamora del adulto y que este no responde a sus insinuaciones hay una enunciación poética que no habilita el morbo sino la soledad y la inocencia del desamor y la crueldad de la guerra.

Eso es lo que se romantiza.

O la fascinante Alicia en las ciudades de Win Wenders, la cual estaba seleccionada para el frustrado ciclo de cine.

Pero bueno esta es solo mi opinión, tan válida como discutible y hasta desdeñable. La idea es el debate de ideas.

Pero volviendo a El perfecto asesino, si bien la gente dice que el romance no es recíproco y, por lo tanto, es aceptable, el romance sí lo es. En una escena extremadamente inquietante en la que Natalie Portman a León que le quite la virginidad, la razón por la que él no lo hace es porque no sería bueno en eso. No es el hecho de que ella tenga 12 años, sino que él no sería bueno en eso.

Oh qué tenemos aquí ¡!!

El falo del revolver solo funciona para matar y nada más. La cámara hace todo lo que no se puede ver para que toda la familia la mire por televisión un sábado a la tarde y solo sufra por la salud de la plantita y por la abstinencia de pochoclo.