miércoles, 4 de diciembre de 2024

La música propia

 


Este es un texto sobre la novela Que pase algo pronto de Agustina Espasandín editada por Editorial Sigilo en 2024 en las que las propias palabras de la novela intentan hablar sobre sí misma.

La música propia (escuchar)

La música propia

 

La protagonista narradora de esta novela va a una exposición y lee en esas letras blancas ganchudas de velorio que se incrustan en paño negro la siguiente frase: HOY NO HICE NADA y en otra sala, en lo alto de una tribuna pequeña y en letras de neón, otro cartel: ESPERO QUE PASE ALGO PRONTO.

Algo en ella se movió. Algo empieza a pasar silenciosamente.

Ella se aleja, deja su trabajo, su mundo, es asistente de dirección en producciones audiovisuales y decide abandonarse a la nada, a eso que sucede cuando dejamos de hacer todo lo que tenemos que hacer.

Y en la “nada” aparecen otras cosas, algo que la velocidad de la rutina nos impide ver, de la que inconscientemente nos alejamos y que nos vuelve seres-zombies que creemos ser eternos. En el radar de esta chica todavía más cerca a la vida, aparecen la muerte, la quietud, los pájaros carroñeros y sus distintas alcurnias.

Pero la idea es dejarse estar, dejarlo ser y que las cosas se muevan en su propia música.

Y ella filma desde su terraza la quietud de otro balcón, de un balcón “peligroso” que es su vista, lo filma metódica y periódicamente como intentando atrapar lo que se mueve en la nada.

¿No hay un dios que desaparece automáticamente si se lo toca demasiado?

Es una pregunta que extrae de los papeles de una amiga y que son las palabras de arranque a cada una de estas filmaciones de la nada. Como avisando que hay cosas que escapan a la razón, a la articulación y que solo son si se las deja ser por sí mismas pueden existir. Si vas a creer en dios, no lo racionalices, simplemente tenele fe, si lo manipulás en tus neuronas, simplemente desaparece. Porque hay cosas que no necesitan la razón, simplemente suceden hacia su interior, en su inmanencia, como la poesía en las que las palabras se niegan a significar lo que tienen que significar y comienzan su aventura propia de sentido.

Su nuevo amigo en este mundo nuevo, un sepulturero del cementerio de la Chacarita le dijo que si hay algo que se aprende rápido en ese oficio es a callar cuando no hay nada que decir.

Porque la muerte es una voz tirana a la que no se le puede contestar y tiene siempre la última palabra.

Tu dolor es amor transformándose en mundo.

Y entonces la lluvia que limpia e inunda. La lluvia como un murmullo que va creciendo, como millones de papelitos crepitando en un fuego suave. Ella se pregunta: ¿cómo hacer para que llueva todo el tiempo? No llueve, es ella quien hace llover

Y piensa a las gotas de lluvia como una muestra gratis de milagro.

Quién quisiera detener la lluvia y los truenos que son esa montaña espiritual que se renueva cada vez que llueve. Barre la mugre y da paso a lo limpio y cristalino.

Quién no quiere oler el petricor, la bacteria con nombre de pájaro o flor que las gotas activan en la tierra y perfuma de mundo los pulmones.

La lluvia barre el tiempo innecesario y nos deja ver nuestra partícula elemental que como los dioses desaparece automáticamente si se la toca demasiado.


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