fOLaVriL - luces grises
luces grises
son
las luces grises
no la
oscuridad
nunca
es tan triste
dejarlas
brillar
atravesar
esta noche
por
el filo de un cristal
encerrar
todo
nombre
en
una sola vocal
si
tuviera lágrimas para llorar
las
dejaría volar
luces grises
son
las luces grises
no la
oscuridad
nunca
es tan triste
dejarlas
brillar
atravesar
esta noche
por
el filo de un cristal
encerrar
todo
nombre
en
una sola vocal
si
tuviera lágrimas para llorar
las
dejaría volar
Reseña del libro
«Música» de Daniel Delfino por Gabriel Sunico
«Música» está compuesta por 17 cuentos que el
escritor Daniel Delfino logra que funcionen como unitarios pero partiendo de un
mismo micelio, armado por personajes que viven en una aparente cotidianeidad que
súbitamente salta hacia otra dimensión, dejándonos en claro que nada allí es lo
que parece. Donde tenemos la sensación de que la línea del tiempo se encuentra en
un mundo paralelo y cuando se cruza con el relato trastoca la lógica que íbamos
imaginando. Nos ubica en un punto de vista muy distinto que, sin embargo,
sostiene todo lo anterior. Como destaca en el cuento «La chancha»
La
Chancha: “…la realidad como algo ficticio, una puesta en escena que sucede en
un segundo…”
Narrados desde distintos puntos de
vista según sea un niño o niña, que con su mirada inocente vivencian y sufren
el mundo adulto; un hombre grande, casado y con hijos, con un pasado que le
pasa factura; un joven que se desespera por no estar solo, aunque no lo está;
una mujer que entra en paranoia persecutoria a partir de un pájaro que aparece
en su ventana; y, obvio, la música que se puede pensar como un personaje más. También
sucede que personajes u objetos que aparecen en primeros o segundos planos en
un cuento sean necesarios en la trama de otro. Por lo que cada uno de ellos,
aun siendo utilizados en diferentes funciones, nos suenan
en un ambiente familiar, compartiendo un
propio mundo.
La originalidad en estos relatos se da
en cuanto un episodio, o una imagen absolutamente común e insospechable, puede
ser la llave que trastorne el mapa o territorio por el que transitamos mientras
avanzamos en su lectura. Inclusive, hay textos en donde subyace un
acontecimiento social o histórico como es el caso del cuento «Monte Chingolo»
que
en ningún momento trata sobre los acontecimientos trágicos ocurridos allí,
aunque están.
Al leer Música, sin caer en una
obviedad o cayendo a propósito, nos encontramos en una virtuosa composición, con
cuentos que funcionan como acordes que comparten notas que aparecen en
distintos lugares de la misma partitura, conformando una singular armonía. Se
destaca la destreza del escritor para mantener el ritmo de la narración, en algunos
casos en forma de road movie, marcando
el tempo con una nota disonante. Aunque Delfino no desafina.
Para los que hayan vivido las épocas de
nuestro país que aparecen en las distintas narraciones, evocarán el realismo
mágico al que la Argentina, tan literaria en su idiosincrasia, nos tiene
acostumbrados; para los que no, serán cuentos mágicos.
Reseña para «Música»
Por María Pilar Zelko
17 relatos de personajes que transitan una Buenos Aires
en decadencia, algunos perdidos, sin rumbo; otros, con una dirección clara, aunque
muchas veces desisten de su objetivo. Van perturbados por sus pensamientos,
perturbados por decisiones del pasado que afectan a su presente. Relaciones
truncas, paternidades que no pueden ser o que no quieren ser.
La música, en cambio, viene a ser otro personaje, que
acompaña el recorrido en cada relato, irrumpe con una nota, con una canción,
con la voz de una adolescente inexperta que vive una vida que no sabemos si
realmente existió.
La música también son las voces de los otros colándose en
la diégesis. Diálogos truncos, conversaciones que no conducen a ningún lado: la
ambigüedad como monocorde. Música y escritura abrazándose en la obra de Daniel
Delfino.
Vemos una Buenos Aires en deterioro, donde la luz escasea
¿Sabemos realmente lo que sucede? Se propone a la confusión como latido que
pulula en los relatos ¿Qué ven? ¿Es real o es parte de su imaginación?
Recorremos barrios de casas bajas, niños jugando en la
calle, niños cometiendo delincuencia. Violencia y oscuridad como la tinta madre
de las escenas. Y con la sensación constante de una amenaza, de que se materialice
en algo, en alguien ¿Qué debemos hacer frente a lo desconocido?
El fútbol, la pizzería, los bares; lugares de encuentros
inesperados entre personas que se conocen de casualidad. Y los autos, la pasión
por los autos; por ese aferrarse a un objeto, o a una persona: a un amor que ya
no puede ser.
¿Qué los perturba? ¿Sus pensamientos o las malas
decisiones tomadas? ¿Por qué se sienten en peligro? Quieren recuperar, detener
el tiempo, tratar de entender, pero no pueden; se pierden. Se suspenden en ese
no saber.
La muerte como perfume en un hospital, la muerte como
obsesión; la muerte que deja rastros. Solo queda dolor, solo queda lo que
podría haber sido ¿Y qué podría haber sido? ¿Aún hay tiempo para cambiar el
ritmo de las cosas, de la vida?
El lector también toma rumbo a través de los relatos,
conociendo barrios, usos y costumbres. La General Paz, la Lugones, la 9 de
Julio, Avenida Eva Perón, Puente Pueyrredón, Lanús, Monte Chingolo ¿Hasta dónde
es posible llegar para estos personajes? Son cuerpos cansados, fatigados;
cuerpos que reflotan preguntas cuyas respuestas no saben si lograrán encontrar.
Animales que aparecen entre autos, animales cuyo aparente
peligro generan extrañeza y fascinación a la vez, pero ¿Cuál es el verdadero
miedo? ¿Lo que está afuera o lo que está dentro de uno?
Desorientación no solo en las escenas, sino en las
cabezas de los personajes, rumiando preguntas, rumiando lo inentendible. El
lector también habita el afuera y el adentro de esas vidas.
Delfino propone una atmosfera densa de incertidumbre que se sostiene a lo largo
y ancho de su obra.
Reseña de Música de Daniel
Delfino
Por Jonathan Ehrhorn
La lectura de un cuento en
Música, de Daniel Delfino, es una experiencia, pero la lectura de los
diecisiete cuentos que lo componen puede considerarse también una experiencia
en sí misma. Es como si subiéramos a la terraza de un edificio y, desde el borde,
miráramos no solo al transeúnte que dobla por una esquina, al que sube a un
colectivo o a una pareja discutiendo tras la ventana del edificio de enfrente,
sino también los recorridos que tomaron para estar donde están, los sueños
frustrados, los traumas, los miedos y los deseos. Encontramos a personajes en
diferentes etapas de la vida, como adultos que no pueden soltar el pasado y
jóvenes que quieren conectar con otros. Los lugares que se transitan son los de
Argentina, vista desde una perspectiva que permite que se infiltre aquello que
pertenece al mundo de los sueños. De una ciudad que existe, pero donde puede
acontecer lo inusual y hasta lo imposible, parecen venir los personajes de
Música.
En los cuentos se maneja
una prosa clara, con escenas descritas casi como si estuviéramos ante
fotografías. Escenas con las que se trabaja una amplia gama de climas. Uno
puede imaginar el barullo de un bar en Buenos Aires y el calor en la piel al
salir de un auto en medio de la ruta. Sin embargo, en lo cercano queda lugar
para el misterio, como es el caso de “Fantasma”, e incluso para lo inquietante,
en “La canción de los muertos”. A través de palabras inventadas y de una
realidad distorsionada, “El hambre” va más allá adentrándose en terrenos
propios de la narrativa experimental.
En Música hay espacio para
el costumbrismo y la fantasía. Pasar de un cuento al siguiente es como
sobrevolar esa ciudad conocida, pero a la vez impredecible. Es indagar en
humores, búsquedas y ambientes de un mundo resultado del hábito de un ejercicio,
el de hallar las posibilidades de lo sorprendente y lo extraño en lo cotidiano.