por Lucrecia Labarthe
Música es una obra que explora las grietas de la vida
moderna y las formas en que el trauma, el duelo y la soledad pueden
manifestarse en pesadillas cotidianas. No se trata de historias de fantasmas
tradicionales, sino de relatos donde los espectros son mucho más reales y
atemorizantes: son los miedos, las
obsesiones y los recuerdos que atormentan a los personajes.
Daniel Delfino crea un universo
narrativo coherente y perturbador, donde los personajes, a menudo en
situaciones mundanas, se enfrentan a un colapso de la realidad. Lo que parece
ser un viaje, una ruptura o una simple mudanza, va mutando en un descenso a la
locura, un ritual de auto destrucción o un encuentro con lo inexplicable. La
ciudad de Buenos Aires y el conurbano (Tigre, San Martín, Domínico) no son solo
un escenario, sino parte de un laberinto donde los personajes se pierden. Los relatos están conectados por temas y
símbolos recurrentes que refuerzan la sensación de que todos ellos habitan en
un mismo mundo, pero allí la línea entre lo real y lo fantástico es borrosa.
“Tigre”, por ejemplo, con un
hombre que se siente aislado en su propia vida, incapaz de conectar con su hija
y su amiga. Para escapar de su introspección, se embarca en la simple misión de
comprar una gaseosa, un acto que se convierte en una odisea a través de un
pueblo desolado. La ausencia de vida en el balneario, la voz incomprensible de
la radio y la tensa escena de la pareja que observa a través de una ventana,
son reflejos de su propio estado mental:
soledad, incomunicación y una violencia latente que siente dentro de sí
mismo. El tigre es el punto culminante del relato y el símbolo más
potente. El animal no es una amenaza física; es la encarnación de la violencia
y la ferocidad que el protagonista ha mantenido a raya. Su mirada refleja una
verdad que el hombre no puede recordar, algo "horrible, algo tan propio
como imposible de recordar". Es una historia que te atrapa con la promesa
de una aventura, solo para entregarte un relato mucho más inquietante sobre las
verdades oscuras que se esconden en nuestro interior.
En “Fairlane” encontramos un
relato claustrofóbico y emotivo que transforma un simple viaje en auto en una
profunda inmersión en la memoria. Lo que comienza como un tour de fans de Julio
Iglesias, rápidamente se convierte en una confesión colectiva. El Fairlane no
es solo un coche; es el escenario principal y un símbolo central de la
historia. Es una cápsula del tiempo que, al moverse, permite que el pasado se
manifieste. Su interior es un espacio íntimo y confinado donde las
superficiales conversaciones de los desconocidos dan paso a verdades profundas
y dolorosas. Cada canción de Julio Iglesias es un interruptor que abre una
puerta a la memoria, permitiendo que los traumas reprimidos de los personajes
salgan a la luz. Es un confesionario sobre ruedas. El relato pivota sobre dos
traumas paralelos que se revelan en el interior del coche: el dolor de Daniel
por la trágica muerte de Evangelina y el impactante relato de Ángel sobre la
infidelidad de su esposa Graciela con el propio Julio Iglesias. Cuando todos los
demás han abandonado el coche, Daniel se encuentra solo en el antiguo
automóvil. La imposibilidad de apagar el motor y la certeza de que no puede
volver a su vida anterior lo dejan atrapado en un viaje sin fin. El Fairlane,
que inicialmente era un medio de escape, se convierte en una prisión rodante.
Daniel está condenado a seguir conduciendo, a escuchar las canciones que lo
conectan con el pasado que lo persigue.
En cuentos como "El
hambre," el lenguaje se vuelve hermético, un código privado entre los personajes.
Este recurso literario subraya la alienación y el aislamiento. En otros
relatos, como "La voz," la expresión del protagonista se descompone,
mostrando su pérdida de control sobre la realidad. Los finales no suelen dar
respuestas. Dejan al lector con una sensación de que el horror acaba de
comenzar. Al explorar las pesadillas que se esconden en la vida cotidiana,
queda una impresión duradera y perturbadora.
Este libro se inserta en un
segmento de la literatura argentina contemporánea que ha revitalizado el género
del horror y la literatura fantástica, alejándose de los tropos tradicionales
para explorar un terror más psicológico y existencial. El autor se centra en lo
onírico y lo intelectual, llevándonos hacia un realismo oscuro y perturbador. Las
obsesiones, el duelo y la soledad transforman lo cotidiano en una pesadilla.
Delfino utiliza el horror para hablar de temas contemporáneos (la violencia, la
alienación urbana, el duelo no resuelto) y lo ancla en paisajes urbanos y
periféricos.
Por otra parte, la
interconexión entre los relatos de este libro lo convierte en un universo
literario. Los personajes y los eventos no son islas aisladas; son parte de una
red compleja de traumas y soledades. El lector se vuelve un detective que une
las pistas para armar un panorama completo de dolor y alienación. Este recurso
narrativo refuerza los temas centrales del libro, dándoles una profundidad y
una coherencia excepcionales. La idea de que el pasado no se puede dejar atrás
es un hilo conductor. Los personajes, sin saberlo, están atrapados en un eco y
demuestran que nuestras heridas más profundas están entrelazadas. Cada
personaje está desesperadamente solo, pero no porque no haya nadie más. Están
solos porque los fantasmas de sus pasados les impiden conectar genuinamente con
los demás. La mujer de "Nene" busca un amor que comparta su trauma,
el hombre de "Fantasma" no puede hablar de su dolor con su familia
europea, y la protagonista de "La casa de los pájaros" se encierra en
su locura. Así, el conjunto resulta una exploración colectiva de la identidad.
Los personajes buscan saber quiénes son y el hecho de que sus historias estén
unidas hace que sus búsquedas individuales se vuelvan universales. En
definitiva, este rasgo no es solo una sorpresa narrativa, sino una herramienta
que consolida los temas del libro, dándoles una resonancia emocional mucho más
profunda y memorable. Es un libro que pide ser leído y releído para descubrir todas las conexiones y secretos que esconde.
Lucrecia Labarthe