martes, 30 de septiembre de 2025

Reseña de "Música" de Daniel Delfino


 por Nerio Tello

Mediante relatos en apariencia disímiles, Delfino crea un mundo coherente, donde la música no solo aparece como tema, sino en su ritmo narrativo, como pulsación emocional que atraviesa cada historia. Música se desliza entre lo íntimo y lo oscuro, construyendo un universo de relaciones humanas marcadas por la fragilidad, el deseo y la introspección.

Con lenguaje cotidiano y construcciones sencillas, los personajes se enfrentan a situaciones extrañas, de quiebre en las relaciones; y casi siempre la música opera como disparador/catalizador de cada relato. Este tránsito de emociones, lleva desde la nostalgia a la inquietud, pasando por momentos de ternura y desasosiego. La variedad tonal enriquece las atmósferas (los autos antiguos, las historias parecen “viejas”) que de una cotidianidad casi anacrónica derivan en lo “fantástico”.

Los cuentos deparan sorpresa y curiosidad, y en muchos casos dejan el sabor de lo inesperado o lo incomprendido. Historias sencillas de gente común, pero que obligan a una lectura atenta, para escuchar quizás, los compases que dan sentido a un cuerpo narrativo seductor y, a veces, melancólico.  Escarban en la memoria pero privilegian siempre la imaginación.

Aunque autónomos, estos relatos se vinculan en ciertos ejes narrativos. Las canciones o sus intérpretes cuentan sus propias historias ambientadas en general en el conurbano bonaerense, en rutas de las provincias, en los bordes de la Capital Federal.

En algunos casos la música es protagonista. En «Fairlane», cinco solitarios, hacen un periplo con la consigna de escuchar la discografía completa de Julio Iglesias) y en otros, un telón de fondo que sostiene y da sentido a la historia.

Un disk-jockey recibe una paliza por unos indios en plena ciudad. La violencia setentista como eco en «Monte Chingolo», que aunque no gira explícitamente en torno a la música, esta aparece como elemento atmosférico. Una radio encendida,  una canción que se repite como mantra.

De prosa cuidada, precisa y sin alardes, se apuesta por los medios tonos. Los personajes no impactan con reacciones abruptas, no gritan; conmueven por su verdad emocional, por sus ilusiones, y en algunos casos, por el desamparo.


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