domingo, 18 de noviembre de 2007

Luminosidades Extrañas

Pienso
en tu universo amarillo
en tu Dios de ojos rotos.
Nunca supiste, que de noche, a oscuras,
mientras dormías en mi cama,
las babosas se arrastraban por la cocina.

Decís:
“Es éste el mundo equivocado;
soy
la Madre de todas las noches
sin destino.”

Parecían dormidos
pero estaban todos muertos.

Cuando era la conciencia de una bolsa de agua
desde el ojo púrpura del vientre,
veía mi corazón estallar algún día
en mil pedazos,
imaginaba tu camisón de pesadillas
y seda
evaporándose en el azul de la locura.

Parecían dormidos
pero estaban todos muertos.

Tu Dios de los ojos astillados,
tu mano fría y distante
ese ningún lugar al que llego siempre
puntualmente.

Pero estaban todos muertos.

No incendies tus lágrimas,
al fin y al cabo
todos nos volveremos luminosidades extrañas
esta noche.


A S.O’C

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